La Presidencia maltesa concluyó sin un consenso para la reforma de asilo de Dublín. Y Estonia ha seguido el mismo camino. La decisión de los Estados miembros, estacada durante más de dos años, se ha vuelto a posponer hasta abril de 2018. Por eso, Tallín quiere despedirse “sentando las bases para el futuro”. En un informe, reconoce la falta de pragmatismo del sistema de reparto de refugiados obligatorio y propone un mecanismo en el que las capitales europeas asuman responsabilidades de forma voluntaria.