Además de ocasionar un impacto medioambiental de tremenda magnitud y unas pérdidas económicas enormes a corto y largo plazo, el hundimiento del petrolero Prestige frente a las costas gallegas ha puesto contra las cuerdas al Gobierno, cuya respuesta pasiva y caótica sólo ha servido en muchos momentos para empeorar la crisis. En Europa, el incidente ha reabierto con gran intensidad el debate sobre la seguridad marítima, ante la evidencia de que la experiencia del hundimiento del petrolero Erika frente a las costas francesas no ha servido de lección a los Quince para poner en práctica la legislación aprobada en Europa. Un cambio de enfoque a escala europea sobre la gestión del transporte marítimo de mercancías peligrosas y un mayor control sobre las compañías petroleras son cada vez más necesarios. Por otra parte, la UE debe ayudar a Galicia urgentemente.