Durante la legislatura que ahora concluye, 2019-2024, el gobierno de Viktor Orbán y con ello Hungría, se ha convertido el mayor quebradero de cabeza interno de la Unión Europea. A sus repetidas vulneraciones de los derechos fundamentales con legislaciones homófobas y xenófobas, se ha añadido su apoyo explícito a Rusia en su invasión de Hungría y el veto continuo a posiciones comunes del resto de los Estados miembros. Su actitud ha abierto el debate en las instituciones europeas sobre la posibilidad de expulsar del club a un miembro que reiteradamente incumple los principios y valores democráticos sobre los que se sustenta el proyecto común europeo. Los Tratados no contemplan esta opción, porque nadie se había atrevido hasta ahora siquiera a imaginarlo, de no ser porque los líderes europeos han llegado al convencimiento del riesgo que supone tener en la UE Estados bajo gobiernos autócratas y populistas, que acaban socavando la credibilidad de la Unión.