Los campos europeos llevan una década de consecuencias del cambio climático. El número de emergencias cuando no de incendios, de inundaciones, se multiplique cada año. Y a ese riesgo natural se añade ahora la airada protesta de los agricultores europeos, que se quejan del deterioro de su forma de vida. Culpan de su situación al incremento de sus costes de producción, combustibles y fertilizantes, fruto de la guerra de Ucrania, a la competencia países terceros que exportan a la UE productos más baratos y, he aquí la paradoja, a la reforma de la PAC que les obliga a fuertes inversiones para hacer sus producciones más sostenibles medioambientalmente. Probablemente los políticos de Bruselas encapsulados en sus dosieres de reformas, se han olvidado que detrás de sus leyes hay gente que se siente abandonada en esta era de cambios radicales. El resultado es que queremos una agricultura y una ganadería más ecológica para salvar el Planeta y, sin embargo, los agricultores se manifiestan bajo el lema: “Nuestro fin, es vuestro hambre”.