360: Informe de Recuperación, Transformación y Resiliencia financiado por la UE, la economía española mantiene el pulso.

Este 16 de octubre se ha conocido el informe sobre los últimos avances del plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia financiado por la Unión Europea que está llevando a cabo el Gobierno español. Tras la pandemia, la Comisión proporcionó los fondos necesarios para elaborar un programa que facilitara la salida de los Estados miembros de una situación comprometida, mayormente, mediante la emisión de bonos. Cada Estado tiene ahora la responsabilidad de entregar informes de monitorización adecuados a las exigencias que Europa propuso, buscando un modelo común de crecimiento social y económico. Los informes son cruciales, para conocer el presente y futuro de los Estados –en este caso el español– en materia económica y de productividad. Así es que, un análisis somero de las cuentas y su proyección es preciso en este momento. Las seis primeras figuras del informe expresan manifiestamente que la economía española mantiene el pulso. Incluso, hay previsiones desde los indicadores de seguimiento de la Comisión, que la sitúan entre las más potentes economías europeas. El dato de PIB real de los Estados miembros la clasifica por delante de Italia y muy por encima de la media de la Eurozona. Si bien hay que ser consciente del grueso poblacional con el que cuenta España, lo relevante es cómo la línea de su PIB asciende desde uno de los últimos puestos en 2020, a esas casillas que encabezan la fila de los países más ricos y capitalizados de la UE. Además –y lo primordial–, España ha pasado por la previsión que el FMI (Fondo Monetario Internacional) había marcado para Julio de 2024 y ha mejorado, desde enero, en más de un punto el valor de su Producto Interior Bruto. La previsión para final de año es todavía mayor. A nivel de productividad los datos son ilusionantes, y aunque España cuenta con uno de los historiales más irregulares en el ámbito industrial, desde enero de 2023 ha conseguido mantenerse por encima de los valores que Alemania, Francia o Italia presentan. En cuanto al modelo propuesto por la Comisión, que pretende una sociedad productiva transformada mediante la heterogeneidad de empleos, la especialización de campos y las sinergias, parece que, aunque paulatina, se está consiguiendo una cierta modernización de la estructura productiva. Desde 2018 el total del crecimiento en la creación de empleo ha sido del 12%, sin embargo, campos como el I+D o la industria farmacéutica han incrementado su masa laboral en más de un 60%. No obstante, el crecimiento ha de ser equilibrado, compatible con una moderación y estabilidad de la inflación. Por ello, se han llevado a cabo estrategias para conseguir bajar el IPC general prácticamente ocho puntos desde junio de 2022 y mantener el acumulado por debajo de los límites marcados por la Eurozona desde marzo de 2023. Habiendo cumplido con creces con sus objetivos personales y los presentados por la Comisión en materia de políticas y producción para la economía, queda saber cómo está España frente a su responsabilidad fiscal. La deuda pública, que del 2019 al 2020 subió casi veinte puntos (del 97,6 al 119,2%), ahora se encuentra siquiera diez puntos por encima de aquel punto de inicio. En un 105% de deuda que, todavía, requiere de tiempo y esfuerzo para eliminarla. El déficit público, por su parte, que también descendió considerablemente en la transición al desastre del COVID 19, se mantiene ahora muy cerca de los valores de entonces. Así, el Plan Fiscal-Estructural a medio plazo es el reflejo de un nuevo marco de gobernanza económica de la Unión. Existe un crecimiento del gasto primario neto promedio del 3% en un horizonte a 7 años, lo que mantiene el compromiso con la responsabilidad fiscal, compatible con el crecimiento. El Plan de medio plazo viene acompañado de un programa de reformas e inversiones que justifican la extensión del ajuste fiscal. Son cinco los aspectos en los que se desenvuelve el programa. El primero, la transición ecológica, con objetivo de reducir la dependencia de combustibles fósiles importados, para mejorar la competitividad de la economía española. Hay una medida clave en este sentido, implantada desde 2021, el PNIEC. El segundo de los ámbitos que el programa desarrolla es el digital, la pretensión de una transformación digital nacional se enarbola a través, sobre todo del Plan Nacional de Competencias digitales, la reforma del sistema de ciencia e I+D y la Estrategia de Inteligencia Artificial. En materia de productividad, el planteamiento es expandir el stock de capital instalado en España, así como la Productividad Total de los Factores. Sin medidas específicas, el Gobierno dice centrar sus esfuerzos en mejorar el clima de negocios, reducir las barreras burocráticas de las empresas y expandir el parque de vivienda. Sin mayor concreción, parece que estas son las principales instancias que el curso gubernamental de los próximos años debe acometer. Pero, con todo ¿qué se puede decir de la ejecución de España del plan de recuperación de la Unión Europea? Parece que lo que precede a estas líneas aventura un magnífico diagnóstico de los años que lleva ejecutándose el Plan y que, en el caso de España, el éxito es ya la expresión que cualquiera debiera pronunciar. Sin embargo y pese a que las previsiones son buenas, algunos de los datos requieren de lecturas transversales y, sobre todo, estos macros no pueden solapar el resto de tendencias microeconómicas que pueden llevar a España a situaciones verdaderamente complicadas. En el caso de un país como España uno de los datos más engañosos es el de las afiliaciones a la seguridad social, con un gran descenso en agosto por el fin de las oleadas turísticas y un gran repunte en septiembre por las contrataciones públicas, el aporte real a los valores económicos es ínfimo. Sea como fuere, el grueso de los valores y datos que se observan en el informe son de muy buena referencia y todo apunta a que se pueden prever varios años de crecimiento en el Estado español. Veremos si puede mantenerse.

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