La cena informal del Consejo Europeo del pasado lunes sirvió para poner de manifiesto las distintas posiciones que los líderes europeos y sus familias políticas mantienen en el peculiar juego de tronos que se desarrolla para renovar los cargos de las instituciones comunitarias. Al órdago del Partido Popular europeo que pretende hacerse con dos cargos y medio de los cuatro en cuestión, respondieron con un “no de momento” los debilitados socialdemócratas, mientras los liberales de Macron se contentaban con un premio menor ante su debacle electoral y una tan empoderada como contrariada Meloni se plantó, impidiendo toda posibilidad de acuerdo, en esta especie de primera tentativa de los jefes de gobierno de situar a sus peones al frente de la Comisión, el Parlamento, el Consejo y la Alta Representación de política Exterior y Seguridad. Todo quedó, por tanto, en una toma de temperatura o en el símil pugilístico, un intercambio de golpes inicial, antes del segundo y mucho más trascendente asalto del Consejo Europeo ordinario del jueves y viernes de la semana que viene.