Nadie mejor que él mismo sabe los motivos que han llevado al presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, a anunciar con las primeras horas del nuevo año su candidatura a encabezar la lista de los liberales de su país en las elecciones europeas del próximo mes de junio. Será por intereses puramente particulares para colocarse el primero de cara a la batalla de cargos que los comicios propiciarán; será para mover el tablero institucional y forzar a los líderes europeos a buscar su sustituto antes de que votemos o, sencillamente, porque el surrealismo tan proclive a la personalidad de los belgas, le ha inspirado, pero la realidad es que la decisión de Michel la ha liado en el panorama de Bruselas. Su mandato concluía en noviembre de este año, pero ahora la institución se quedará vacante cuando vayamos a las urnas en primavera y con la amenaza de que el “peligro amarillo” de la política europea, el primer ministro húngaro Viktor Orbán, pueda convertirse a la vez en presidente de turno de la UE y del Consejo Europeo.