Francia arranca un otoño convulso: Bayrou pide confianza antes de los recortes

El primer ministro francés, François Bayrou, ha decidido abrir el curso político con una apuesta arriesgada: someterse a una moción de confianza en la Asamblea Nacional justo antes de anunciar el paquete de recortes más duro en décadas. La medida busca blindar políticamente al Ejecutivo ante una oposición que acusa al Gobierno de improvisación y de ceder a las presiones de Bruselas.

El calendario político de Francia se entrelaza con el europeo. Bayrou pretende demostrar a la Comisión Europea y a los socios del Eurogrupo que cuenta con la mayoría parlamentaria suficiente para implementar un ajuste presupuestario que afectará tanto al gasto social como a la administración central y a los entes locales. París debe reducir un déficit público que ronda el 5% del PIB y que, según los compromisos europeos, debe encaminarse hacia el 3% en 2027.

La estrategia del primer ministro se basa en reforzar su legitimidad política antes de encarar un otoño que se anuncia conflictivo. Los sindicatos han convocado movilizaciones en sectores clave —sanidad, educación y transporte—, mientras que las fuerzas opositoras en la Asamblea Nacional han advertido de que los recortes “agravarán las desigualdades y pondrán en riesgo los servicios públicos esenciales”.

En Bruselas, el Ejecutivo comunitario observa con atención. Francia es el segundo mayor presupuesto de la Eurozona y su capacidad para cumplir con las reglas fiscales revisadas tras la suspensión de la cláusula de escape por la pandemia marcará el tono de la disciplina presupuestaria en todo el bloque. Bayrou busca así enviar un mensaje de credibilidad a los mercados y a sus socios europeos, consciente de que cualquier vacilación francesa tendría repercusión directa en la estabilidad del euro.

El resultado de la moción de confianza servirá, por tanto, de termómetro político no solo en París, sino también en Bruselas. Si Bayrou logra una mayoría clara, se reforzará para aplicar las medidas de ajuste con mayor margen. Si, en cambio, su apoyo resulta débil, el Ejecutivo francés podría encarar un otoño con una inestabilidad que se trasladaría al debate europeo sobre disciplina fiscal, cohesión social y estabilidad política en la segunda economía del continente.